martes, 29 de abril de 2014

Burbuja de vino no espumoso

Si estás leyendo esto, dale al PLAY.

http://youtu.be/QgZBKNdo8gs

Momentos puntuales capaces de aislarlo todo. Eramos capaces de andar por Madrid abstraidos de absolutamente todo. Parecía normal. Pero normal no era, cada uno formabamos parte, cuando eramos ajenos a ese momento, de mundos muy diferentes. Aún así, estabamos ahí. Paseando por Madrid.

Los dos sabíamos que no nos amábamos. Que jamás llegaría a nada, nada de nada, lo que estabamos sintiendo en ese momento. De todos modos, lo vivimos.

Abrimos por un huequito la burbuja y ambos decidimos meternos. Caía la noche sobre nosotros, sobre las calles, y sobre las personas también ajenas a que no era verdad lo que veían en nosotros.

Pero lo vivimos.

Nunca había sentido nada parecido. Era perfecto. Caminábamos. Nos mirábamos como enamorados. Nos besábamos. Brindábamos por un futuro que no iba a suceder. Evitábamos sin quererlo temas de conversación que pudieran convertirse en incómodos, o que simplemente pudieran romper el climax de la noche. Y cada sorbo de vino estaba más rico que el anterior.

Eramos conscientes de que esa noche iba a ser mágica y nadie más que nosotros iban a ser los protagonistas. Disfrutamos cada caricia, cada sonrisa, cada movimiento como si fuera el primero de muchos más.

Sencillamente perfecto.

Amamos la trama.

Eso fue el año pasado.